Jerusalén es la ciudad de mayor significado para las tres principales religiones monoteístas del mundo
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EFE

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Jerusalén vive una pobre Navidad sin turistas por causa de la violencia

Residentes de la ciudad aseguran que es la primera vez en mucho tiempo que la ciudad está tan vacía.

El turismo en Jerusalén Este es víctima de la ola de violencia que sacude la región: las empedradas calles de la amurallada ciudad vieja están desiertas de turistas y los comerciantes esperan impotentes a las puertas de sus tiendas a compradores que no llegan.

Las calles de la ciudadela mantienen parte de su bullicio pero, entre los sonidos del caos y el desorden del colorido zoco imperan el hebreo y árabe, los idiomas de los residentes locales, que se entremezclan con las llamadas del muecín al rezo musulmán y las campanas de las iglesias.

El habitual soniquete de idiomas extranjeros está más ausente de lo normal esta temporada.

Los viajeros despistados que luchan por descifrar sus mapas o los grupos de turistas que se mueven al unísono no abundan estos días en los laberínticos callejones de la histórica ciudadela, santa para las tres principales religiones monoteístas.

En los últimos meses se han disparado los casos de violencia entre palestinos e israelíes

"La situación aquí es muy, muy buena, pero no hay ningún turista", bromea con Joe, responsable de un café en la puerta de Yafa donde, como en el resto de negocios, los clientes brillan por su ausencia.

Asegura que es la primera vez en los nueve años que lleva al frente de su negocio familiar que hay una caída tan catastrófica en las visitas. "Jerusalén está vacía", sentencia.

La Navidad, temporada alta en Tierra Santa, está a la vuelta de la equina, pero la ilusión de revivir la historia en tan señaladas fechas no es suficiente para animar a los potenciales turistas que han cancelado sus viajes a esta zona, sobre la que Estados Unidos elevó esta semana una advertencia de seguridad.

Los ministerios de Turismo palestino e israelí son aún cautos para dar cifras, pero coinciden en calcular en al menos un 10 por ciento la caída de las visitas en comparación con el año pasado, que ya fue malo, afectado por la sangrienta operación militar israelí en Gaza en julio y agosto.

Este año, la zona vive desde octubre una oleada de violencia, con un rosario de ataques palestinos y enfrentamientos con las fuerzas israelíes, que algunos comparan con las intifadas y en el que han perdido la vida 126 palestinos, 18 israelíes y tres personas de otras nacionalidades.

Pero "también tenemos Siria, Turquía, Rusia... Esto hace que los turistas tengan miedo. Aún así tenemos esperanza, porque así es Jerusalén", asegura Joe mientras rememora las veces que la ciudad ha sido atacada, asediada, destruida y ha renacido de sus cenizas a lo largo de su Historia.

Dylan Dowlan es uno de los pocos turistas que transitan por una de las arterias del barrio cristiano, y los comerciantes se disputan su atención.

Este sudafricano y su novia forman parte de un tour bíblico que recorre Israel y Palestina durante diez días y asegura no haber sentido el más mínimo temor en sus múltiples paradas en Belén, Nazaret, la región del lago Tiberiades o Jerusalén.

El turismo ha disminuido considerablemente este año en Jerusalén.

"Al contrario, hay mucha seguridad", opina.

A esta idea se aferran Cindy y Sarah, dos británicas que hace seis meses empezaron a planear su viaje y que admiten que tuvieron miedo pero finalmente decidieron venir y esperan "que todo vaya bien".

Ibrahim Bader, un joyero con 35 años de experiencia, destaca que la urbe está "libre de criminalidad", pero reconoce que no recuerda una época tan mala para el comercio "en mucho tiempo".

"Durante la segunda y la primera intifada había más turistas que ahora" asegura.

"En estos dos meses apenas hemos visto extranjeros", dice desde su tienda vacía en una calle del barrio cristiano en la que numerosos comercios permanecen cerrados, algunos durante varias horas al día porque "es una pérdida de tiempo", señala un propietario, y otros de forma permanente, como la joyería de la puerta de al lado.

Tanto Joe como Ibrahim advierten de la problemática que afronta una parte de la ciudad fuertemente vinculada al turismo, cuya ausencia podría llevar a más desempleo, cierre de comercios, empobrecimiento de la población y un sinnúmero de retos sociales.

A menos de un kilómetro de la puerta de Damasco, una de las principales entradas a la ciudad amurallada, se alza la Colonia Americana, uno de los complejos hoteleros más bellos de Jerusalén que tampoco logra atraer al turista a pesar de su esplendor.

"La caída del turismo es muy llamativa", explica Catherine Bhröer, responsable de relaciones públicas del hotel.

Como el resto de lugares de hospedaje ha visto sucederse las cancelaciones en los últimos meses y descender el número de reservas en al menos un 20 por ciento respecto a 2014, privando a la ciudad de uno de sus principales regalos de Navidad.

EFE

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